sobre
Julio Provencio.
Biografía.
Antes de saber construir frases, su madre ya le había maleducado llevándole a menudo con ella a la sala de ensayos. Desde entonces, Julio Provencio fabrica escenas en su cabeza, que a veces se plasman en la escritura y muchas otras veces no. De cualquier modo, su acercamiento a la dramaturgia siempre ha sido así: desde el hecho escénico, como espectador, como participante o posteriormente como director. Estudió Filosofía, también Humanidades, Pedagogía y Música, y se fue a Bruselas (con la ayuda de la Fundación La Caixa) a estudiar el Máster Europeo en Artes del Espectáculo, que conluyó en Bolonia. En el ámbito universitario, aprendió mucho de Julio Checa, de Jean-Pierre Ryngaert y de Gerardo Guccini, y a nivel dramatúrgico se ha formado con Juan Mayorga, Pascal Rambert, Simon Stephens, Enzo Cormann o Roger Bernat.
Escritura.
A Julio Provencio le encantaría llegar a lo abstracto, pero no logra separarse de lo concreto. Parte de la realidad, de lo que le toca de cerca a nivel personal y social, y trata de que sea el lenguaje el responsable de crear algo nuevo, distinto, que solo tenga razón de ser encima de un escenario. Le gusta generar leyenda, mito, a partir de la historia, de las historias, del mismo modo que la escena a veces consigue que lo más banal adquiera el grado de ceremonia. Suele vincular los testimonios y las vidas de generaciones distintas, poniendo en diálogo modos diversos de enfrentarse a las mismas incertidumbres. Sueña con hallar la fórmula de convocar en su dramaturgia la potencia de lo desconocido, de lo vivido por primera vez, pero no se olvida de que la ficción es su terreno, ese que siempre acabará envolviéndonos en sus preciosos resortes. Alguien le dijo que sus personajes aparecen siempre con una fuerte dosis de ternura.
Julio Provencio would love to reach the abstract, but he is unable to detach himself from the real. He bases his works on reality, on what moves him on a personal and social level, and tries to use language to create something new and different with the sole raison d’être of being performed on stage. He likes to create legends and myths from history and stories, in the same way that the scene, at times, manages to give the most banal of things a degree of ceremony. He often links testimonies and the lives of previous generations, putting various ways of dealing with the same uncertainties into dialogue. He dreams of finding the formula to bring together, in his playwrighting, the power of the unknown and of experiencing things for the first time, but he doesn’t lose sight of the fact that his true calling is fiction, that which will always end up enshrouding us in his precious tales. Somebody once told him that his characters always appear with a strong dose of tenderness.