Dramaturgo por vocación, actor por impulso y director por necesidad. Desde pequeño, sentía la escritura como el Creacionismo de Huidobro: sentirse Dios, tener el control. A los 16 años estrena el primer texto que escribe (un cuento de navidad para el público infantil). A los 20 años estreno “Escena Vacía”, mi primera obra “seria”, llena de rebeldía a través de la metateatralidad. Desde entonces, la interpretación y la escritura invaden mi juventud universitaria: T.U de Murcia, Cine y Teatro Universitario -CYTU-, ESAD, Marco Blanco. Mientras tanto, me nutro de literatura estudiando Filología Hispánica hasta 2002. Pero el torrente creativo necesita de técnica y, consciente de esa tara, comienzo estudios de Dramaturgia en la RESAD de Madrid hasta 2007. Allí aprendo y doy forma a mi dramaturgia que toma dos vías: la comedia (“Parabaráppa”, “Cri Cri Crack” y “Badun Tsss!”) y la escritura automática, con todo lo que conlleva de angustia e irracionalidad. “Abdomen”, “Saliva Excesiva” e “i-Manzana” dan buena cuenta de esto último. Vuelta a las raíces en 2008. Mucho teatro por encargo para compañías y para el sector turístico. Dirijo el Festival de AA.EE “Off Rabal” desde 2015. Y docente.
Escritura. / Style.
«Si tuviera que describir mi dramaturgia, dividiría mi obra en dos vías: teatro de escritura automática y comedia. En cuanto al teatro de escritura automática, abundan los símbolos inconexos, la violencia, el sexo destructivo y personajes atormentados por el núcleo familiar opresor. Las pastillas son también muy recurrentes en mis personajes. Y el absurdo que proviene de la libre asociación irracional que se pone en marcha con la escritura automática. En cuanto a comedia, predomina el humor absurdo en las situaciones cotidianas; por otro lado, es palpable el humor negro que pretende satirizar cualquier situación injusta u opresiva. Tanto en una corriente como en otra, los juegos de palabras, el ritmo, la agilidad de diálogos y la presencia de imágenes evocadoras son muy característicos. Últimamente, la polarización de la sociedad me motiva para escribir, no tanto por placer sino por responsabilidad. Creo que los dramaturgos tenemos un compromiso con la sociedad: somos capaces de prever, observar y reflexionar sobre la realidad que nos rodea.» (Fran Giménez).